martes, 28 de febrero de 2012

jirones



JIRONES

RAFAEL BASCUÑANA BENÍTEZ





 La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades.


                            I. Kant.  Crítica de la razón pura.



                           AFÁN


Cuando el velo silente de la noche
reconcentra en el alma la mirada
surge siempre ese impulso apasionado
de explorar escarpadas galerías
en el fondo del fondo, allá en la sima
donde se esconde el laberinto impenetrable
con su lastre de sueños y de lágrimas.
Tenue es siempre esa luz que apenas ilumina
los pasos del viajero que reclama
respuestas. Torpe e inútil empeño
de una lucha implacable y siempre vana
contra el miedo a perder, pues la esperanza 
se desvanece quimérica y furtiva,
sin vislumbrar tan siquiera el pebetero
donde crepite tan sagrada llama
(siempre acecha el fatal presentimiento
de que todo sea un sueño evanescente
que ya encierra, al brotar,
como las olas,
esa potencia despótica y suicida
que las lanza, ya espuma,
hacia la muerte)
y el intrépido afán que multiplica
el esfuerzo final del caminante 
por seguir indagando en la estructura
de la clave ancestral de su linaje
más que abrir ventanales de respuesta 
bien parece acercarle sin remedio
entre falsas propuestas y dilemas
a las vacuas estepas de la nada.
Mas, cual ave torcaz que está atrapada
en la estrecha angostura de su jaula,
sueña  anhelos de eterna trascendencia
fuera ya de la burda empalizada
que limita su luz, pues su deseo
pertenece a la esencia de sus alas
en la estricta apetencia de su vuelo. 
Soterrada entre burlas y fracasos
aun palpita en el alma, sin embargo,
la ilusión -con su fuerza inextinguible-
de volar ya, por fin, libre de argollas
más allá de las vastas alamedas,
sobre  valles feraces y profundos,
limpias rutas de trazo luminoso
aún vedadas -tal vez ya para siempre-
al vencejo aturdido e indigente
que el destino redujo al ras del suelo.










VADEMÉCUM


El hombre habita el Ser. Aún respetando el postulado parmenídeo, se puede afirmar que “más allá” de la racionalidad lógica se atisba lo inaccesible.
Aunque no podemos trascender el Ser intuimos su límite y ese límite revela lo “inexpresable”.
Esa x por la que nos interrogamos es inefable porque tanto el lenguaje como la racionalidad de la que éste es vehículo expresivo, residen en el Ser. Son, tan sólo,  excrecencias de éste.
Vagamente suponemos, sin embargo, que de esa x debe emanar el ser, flotando en la inmensidad como un corcho en el océano.
Es evidente que las palabras “trascender”, “intuir” son meros recursos que palian mínimamente la incapacidad lingüística y lógica de expresar aquello para lo que no existen palabras ni conceptos y no se ajustan, en absoluto, a lo que tratan de describir.
Pero, no obstante, la inteligencia humana es capaz de atisbar el “Límite” del Ser, es capaz de asomarse al Abismo con el que el ser limita.
Ese “Abismo” tiene dos aspectos: uno negativo, pues lo sitúa infinitamente lejos de la posibilidad de entender, ya que se le supone infinitamente lejos de la inteligencia humana, pues ni el “Ser” ni el “entender” rozan los aledaños de Lo Absoluto. Pero, por otro lado, también tiene un aspecto positivo: sabemos que el Ser debe tener su “nido” y nosotros (el lugar donde el Ser se hace consciente) residimos, a través del Ser, en ese mismo “Nido”.








La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la razón se eleva cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones progresivamente más remotas.

(I. Kant, Introducción a la Crítica de la Razón Pura)




                                  LOGOS
          
¿Quién alumbró la noche?
¿Qué secreta pulsión
Quebró el silencio
E impulsó siglo a siglo
El aleteo
De aquel vuelo
Suicida,
Sin regreso?
Quién levantó sus ojos
Y vislumbró las huellas
Y descubrió, vientre a vientre,
Aquel interrogante
Que perdura
Como un lastre
Como un reto
Como una carcajada
Cuyo eco incansable
Ha repetido
Generación tras generación
La voz de la memoria;
Un designio al que
Nunca
Ya nadie consiguiera
Encontrar un sentido
Ni un bálsamo
Ni la brújula que señalase el camino
Por más fuego
O más duda
O mayor abundamiento
De razón o de espada
Y ardor
Que se blandiera.







Sobre los que se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas y otras distintas.

Heráclito de Éfeso: Fragmentos



                        FLUJO (PERPETUO)

Cendal, fluencia
O fuego.
El fiel de la balanza
Aún atesora
Las claves,
Del secreto.
Liras
O arcos,
Noria eterna,
Cadencia permanente.
Matraz, fecundo
Crisol de vanidades.


Muestre el orbe, ante ti,
Su esencia incuestionable
De eterna lucha:
Jamás el aguacero
Podrá domar al rayo,
Ni triunfará el huracán sobre la espiga;
Ni arraigará la esperanza eternamente
En la tierra fecunda de los besos.
Y extenderá la noche
Su manto impenetrable
Sobre la muchedumbre,
Sobre esa turbamulta
De chusma adocenada
Que vaga entre tinieblas
Temerosa de cielos
Y tiranos,
Con la esperanza puesta
En signos y brebajes
De ungüentos y patrañas
Para vencer el miedo
Que lastra pensamientos
Con cirios y soflamas.

Extenderá su piel
La podredumbre
Sobre la torpe lengua 
Que profiriendo gritos
Injuria a la inocencia
Y será el lodazal
El tálamo secreto
Del sapo y el armiño
Pues solo los imberbes
Podrán seguir soñando,
Y contemplar la aurora
Sobre el desnudo verso
Del pálpito del tiempo
Preñado de palabras.







           


 "...para remontarse hasta un primer principio independiente de toda hipótesis. Se apodera de este principio , y adhiriéndose a todas las conclusiones que de él dependen, desciende desde allí hasta la última conclusión; pero sin apoyarse en nada sensible, sino sólo en ideas puras, por las que su demostración comienza, procede y termina." (Platón. Rep. 510/511) 



                                     FORMAS


Blandió el cincel
Cobró sentido
Lo inefable.
Llamó al abismo y soñó
Formas
Soles
Sueños.
Eco,
Figura estricta:
Geometría.
Alma
No cuerpo: Vigilia
En un futuro
Hacia el ocaso. Etéreo
Buscador -ya luz-­
De eternidades.
                                      












"Voy a decírtelo ahora mismo, presta atención a mis palabras, cuales son los únicos caminos de investigación que pueden pensarse: uno el que afirma que EL SER ES Y EL NO SER NO ES,significa la vía de la persuasión  puesto que acompaña a la VERDAD, otro el que dice que el NO SER existe y que su existencia es necesaria. Este resulta un camino totalmente negado para el conocimiento."
                                              (Parménides de Elea)



                                        SER





Perfecta plenitud
de estricta forma.
Ingénita mansión
Del ser.
Ni el más leve atisbo
de podredumbre
ni brisa o vuelo
o mancha
o grito.
Todo en Él término
saciedad
equilibrio
deseo
de oronda conclusión
de acabamiento.





















ALQUIMIA Y APARIENCIA

Con la excelsa ambición de tus pupilas
Detuviste en el aire el sortilegio
De la luz apresada en pleno vuelo.
Trazo a trazo modelaste el alma
Con caricia liviana y transparente
Hasta dejar vibrando en la penumbra
El reflejo lejano de esa nostalgia huidiza
Con que sueña el recuerdo sus rincones.

Y plasmado quedó ya para siempre
El reflejo de aquel ámbito encantado
Que pobló tu paleta apasionada
De fantasmales galas y tristes sonrisas,
Reflejos del instante detenido
Por tan suave fragor de pinceladas.

Reconcentraste esencias, en cada parpadeo,
De aquellos seres lejanos y fugaces
Que transitaron contigo los salones
Entre un rumor de enaguas y de sedas
Hasta dejarlos varados para siempre
En la excelsa prisión de tu mirada

Tú, que amaste en silencio en los bufones
Todo aquello que en el alma merece venerarse,
Escudriñaste más allá de las alhajas
Detrás de los gestos altivos
Y de las pasiones turbias
El miedo del lobezno acorralado
Y el gesto infeliz de la gacela herida.

























SILENCIO



Frente al rugido estridente de la
violencia, la rabia del silencio.
Frente a la intolerancia que avasalla,
la tolerancia de la razón.


En ocasiones el arma es el silencio
Grito mudo, versículo…
campana,
mudo clamor que estalla
sobre los algodones
y comparte dolor
de las ausencias
por senderos de púrpuras
y llamas.

Triste adagio que el hombre precipita
Contra la faz del hombre.
Tenue vuelo que alcanza
los balcones
las máquinas, los libros
contra gestos estáticos y fríos
que, impasibles al viento de la historia,
son testigos de lutos y de lágrimas.
Canto mudo que instaura la esperanza
y alza el vuelo en un tenso escalofrío
que recorre de norte a sur
cima a cima la larga cordillera
del alma en mudo abrazo,
derramando esperanza en las esquinas
contra aquellos que aguardan embozados
el desolador triunfo de los vientos,
contra los que pretenden
esconder disfrazado en las palabras
un presente zaherido de aguijones
y un futuro de llantos y de llagas.

Lengua y manos, por labios, se rebelan
contra oscuros designios.
Tercamente el silencio permanece
Boca a boca, ignorando los vocablos
Y escupiendo a la muerte en la mirada.

Y tan sólo el silencio permanece
Sobre el grito estentóreo y la soflama.
Pues tan solo aplacando las palabras,
escupiendo a la muerte en la mirada
es posible aplastar en los cuchillos,
la simiente que el viento de la muerte
sobre el pecho del toro levantara.
































NOVIEMBRE








Muy lentamente
sobre las mieses
y los caminos,
dorándose en la vides
y en los olivos,
ocaso de noviembre
muriendo pasa.
Serpean a contraluz,
en los huertos
los senderos;
salpican la caricia del paisaje
pequeños cementerios
de humildes cruces.
Es hora del regreso
del surco y del arado,
de caminar en silencio,
lentamente,
con la duda en la sombra
atenazando
insondable
el abismo
de los ojos.













                                     CONSUMACION


El tibio sol de invierno
declina lentamente.
Reverbera la luz, ya plata
en movimiento. Van las olas
multiplicando espejos en el agua
con su fragor de estrellas.
Irradia el horizonte
su estricta perfección bajo la bruma
y una etérea y profunda transparencia
desvanece el perfil de la distancia.
Acaricia la espuma dulcemente
el apacible lecho de la playa:
el mundo está ordenado
en perfecto equilibrio y concurrencia
del estricto existir en ejercicio
de un perpetuo fluir, tiempo que deja
su simétrica forma en las agujas
y una tenue nostalgia sobre el alma.




















Porque ninguno de estos modos tiene por sí mismo una existencia propia; ninguno puede estar separado de la sustancia. Si estos son seres. con más razón LO que anda es un ser, así como LO que está sentado y LO que está sano.”

Aristóteles: Metafísica.






MEMORIA DE ESTAGIRA

¿N o escuchaste esas voces?
¿No escuchaste
El galopar de los corceles? Tal vez
Pensabas ya
En acariciar
Desnudas superficies, deslizar
Las yemas de tus dedos
Por la pulida virginidad
Del mármol,
Contemplar
Las briznas de hierba
Mientras las recorre
La gota de rocío
O escuchar
El zumbido de la abeja
Sobre el lecho
Nupcial
De la mañana.
Pues sin duda
Ya amabas demasiado
La pulcra perfección
De las espigas,
La brisa tenue
Y el sonido leve,
Esencia en desmesura
Que hiende la materia
Y atrapa la existencia
Palpable, que en su seno
Palpita
Sangra
Grita
Se precipita
Y llora.











AUSENCIA

Plenitud del estar,
La luz, las olas.
Lame el mar sin cesar,
Pacientemente,
la infinita inocencia
De la arena.

Tan sólo faltas tú.
No volverás, ya, a ver mecerse
la gran planicie azul,
ni contarás las pequeñas conchas
recogidas en los largos paseos.
Mas ciertamente nada pasa.
El aire juega con las levísimas dunas
y el rumor del agua recuerda caracolas
que acercaban la playa, cuando niños.
No podrás repetir la travesura
de iniciar la ingente tarea de contar
uno a uno los granos de arena,
ni especularás con mundos enormes
encerrados en cada uno de ellos.
No. Te fuiste silenciosamente,
dejando tras de ti aquel gran vacío,
ese hueco que nos hace preguntarnos
por el juego brutal de la existencia.

Mas no es posible dejar de recordarte.
Aún prefiero pensar que tus cenizas
forman parte del mundo en que perduro,
que entre pliegues del tiempo permaneces,
y que de nuevo recorres la gran bóveda
contemplando la gozosa pleamar de la belleza.
Si, prefiero pensar que al ocaso, cada día,
regresas -auriga de las celestes praderas-
a embriagarte del néctar que soñaste
y que allá regresas a los eternos juegos
que soñamos jugando siendo niños.
Ya ves que todo sigue igual
en el mundo de aquí que ambos vivimos:
soledades que empapan mi silencio
en un ámbito azul de gaviotas
redimiendo de llanto tu recuerdo.  










                                                   





 “En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la <<Historia Universal>>: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuan estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para el no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca mas allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al mas pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre...”

               Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral








                                       VOLUNTAD         

        Dijiste que murió
        y con él también 
        su soplo y su presencia:
más allá de los sueños
que alumbraron la noche
del signo de los siglos.

Pues para ti no hay mancha
Pecado
Ni intersticio: Horma
Exacta de un ámbito
Infinito
Armónico festín
Nuevo inventario.

No habrá piedad,
Pues nunca el tiempo
Detendrá su paso
Sinó que permanecerá
Por siempre
Imperturbable:
Eternamente niño
Que juega sin saberlo
Su juego inveterado.

Ya el hombre
Es una burda mueca,
Delito
O impertinencia
Capricho de una sombra
Talento
O calentura
De estricto entendimiento.

Piensas que vuelas
Mucho, más allá
De lo que nadie habría soñado,
que aciertas
Y resumes
Poniendo en entredicho
Tan zafia incontinencia, ficción,
Delirio,
Secuela o calentura
De seres que creyeron
Tener entre sus dedos
La clave portentosa
Del océanos inefables.

No. Tal vez
Nunca estuvo el secreto
En nuestras manos.
O tal vez sí. Tal vez
Las yemas de los dedos
Mientan y al tiempo
Justifiquen blandamente
Aquello que es el signo
De un límite sin nombre
De un vértigo infinito
Navegador, ya luz
De eternidades.









                           DESIGNIO


Largas columnas de extraños caminantes 
prisioneros de un obscuro designio
acuden a la ignota región de la existencia
por los más intrincados vericuetos;
son seres desorientados, de torpes pasos 
mas de avidez implacable y exigente,
pobres cautivos que van acumulando
pequeños artilugios y adornos de quincalla
mientras dejan su rastro en el sendero:
tenues huellas testigos de sus pasos
o ilusiones varadas en palabras.


Nadie sabe la causa
de ese impulso telúrico y profundo
que penetra en los últimos rincones
de las simas del alma y les conmina
entre afanes y sueños… o mentiras
a emprender tan extraña travesía.
Pero son incontables aquellos que concurren 
al punto de salida dispuestos a intentarlo:
peregrinos famélicos,
sombras titubeantes,
pobres jirones de ser
que avanzan sin bitácora
o razón o meta conocida
y gimen y suplican
demandando
algún signo de aliento
de consuelo, refugio…
o esperanza.
Caminan enlazados
como ciegos en largas filas,
lastrados por el tiempo, entre la bruma,
transitando ciénagas de olvidadas regiones,
remotos paisajes donde el eco no responde
y el grito es devorado en la distancia
por la inmensa llanura del silencio.





                                    RAFAEL BASCUÑANA BENÍTEZ


                                             FEBRERO 2012